LA VUELTA

Enhorabuena!!!! has conseguido volver; la mala noticia es que te vas a sentir así durante unos días (GGG), o sea... hecho/a polvo:

El síndrome postvacacional es una de esas patologías que azotan a los ciudadanos del siglo XXI. La web Capital Emocional lo define como "un concepto amplio que describe una incapacidad de adaptación al trabajo tras la finalización de las vacaciones y que conlleva una serie de síntomas en forma de desequilibrios físico-psíquicos".
Esta enfermedad de la vuelta de vacaciones afecta cada vez a más españoles y llega a alcanzar al 35% de los trabajadores entre 25 y 40 años. Por suerte, el temido síndrome no suele durar mucho, en la mayoría de los casos a los pocos días desaparece, aunque puede manifestarse hasta durante dos semanas.
Los síntomas de esta patología pueden situarse próximos a la depresión, la irritabilidad, astenia, tristeza, apatía, ansiedad, insomnio, dolores musculares, tensión, nauseas, palpitaciones y problemas de estómago, entre otros.
Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFyc), las medidas para conseguir una resolución rápida deben ir dirigidas hacia la prevención de los síntomas y el reconocimiento de que las molestias que sentimos pueden estar ocasionadas por un cambio en la rutina diaria.
Los médicos sitúan como población de riesgo a las personas jóvenes, menores de cuarenta años, que realizan una ruptura brusca del ritmo vacacional y proceden a una incorporación al trabajo sin transición alguna. Suele presentarse en individuos que idealizan el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal y el trabajo como una situación de malestar (ejem... me suena!).
Algunas de las medidas para prevenir su aparición según los expertos, son: intentar regular los horarios y el reloj biológico los días previos a iniciar el trabajo. Para ello es preciso acostarse en los horarios habituales y ser prudentes con el horario de la siesta. Planificar al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación e incorporación al trabajo. En la medida en que se pueda, es recomendable incorporarse al trabajo regulando la intensidad de la actividad (me parto jajaja). También es importante dormir más horas los primeros días de incorporación al trabajo, con un horario bien regulado.

En cuanto a las medidas psicológicas a adoptar, es importante evitar la sensación de que las vacaciones son un periodo absolutamente opuesto al periodo de trabajo, y por tanto una de placer y el otro de malestar y sufrimiento (bueno, es que ahora no podemos poner en duda que Dios sabía muy bien lo que hacía cuando castigó a Adán GGG). Por otro lado, hay que intentar organizar y planificar los primeros días, tomar el control sobre la jornada laboral, así como planificar actividades gratificantes para esos días y encontrar espacios de ocio. Además, es muy importante enfrentarse a la situación con una actitud positiva, no darle demasiada importancia, ya que es un malestar propio de los primeros días.

Hay que tomarlo con resignación y saber que el que no se consuela es porque no quiere GGG; como decía Voltaire: «Es una forma de ganarse la vida, es el antídoto del ocio, origen de todos los vicios [aquí está la moralina]; y, sobre todo, nos proporciona la oportunidad de ser útiles a la sociedad a la que pertenecemos». Ahí os queda ;)